jueves, 6 de agosto de 2015

Maestra Quilla

a Lunita le encanta pasear por la playa...

Desde hace ya varios meses tengo una maestra zen viviendo en casa… nunca ha hablado, no emite sonido alguno y aunque no hace ruidos se expresa con sus gestos y miradas… Ella me observa todo el tiempo y creo que a estas alturas me conoce más que nadie.

Es mi perrita Quilla (Luna en Quechua) a quien encontré a mediados de diciembre arrinconada bajo un árbol en una plaza, bien cerquita de mi casa. Entabló una bella amistad con mi perrito Ra y me siguió a mi hogar durante dos días y al tercero comprendí que era una señal. Ella me había elegido como tutora y le abrí las puertas de mi casa porque las de mi alma se abrieron apenas la vi…

Luna traía una orejita rota y el corazón también… Supongo que sufrió maltrato porque cuando acercábamos nuestras manos para acariciar su cabeza ella hacía un gesto automático de protección y si nos veía con un plumero o una escoba en la mano corría a esconderse debajo de un sillón.

La bauticé Quilla o Luna porque con dos soles (Inti y Ra) en casa me hacía bien equilibrar las energías femeninas sobre todo porque ella es especial. Mezcla de Ángel y Maestra vive en silencio total. Si no fuese que en febrero, mientras conversaba con mi hermana vía Skype soltó unos ladridos avisando que alguien extraño estaba entrando a la casa (el repartidor del supermercado), nadie me creería que ella no es mudita… pero no. Ella ha elegido callar y me enseña con su ejemplo todas las bondades del silencio. Es mi perrita zen.

Lunita es tan sensible y dulce. A veces creo que me la envió el Universo para brindarme consuelo porque al poco tiempo partiría Ra… Ella entrega cariño sin palabras. De pronto en la madrugada se recuesta a mi lado poniendo su manito en mi hombro como diciendo “estoy contigo” o mientras trabajo en mi escritorio se estira cuan larga es sobre mis pies entregándome su silencioso calor. Expresa su alegría con un trotecito nervioso, sobre todo cuando me ve acercarme con su arnés porque le encanta salir de paseo

El día en que partió Ra yo tuve una pena tremenda y lloré como nunca… ella, en delicada prudencia corrió hasta mi y puso su mano en mi corazón y su cabeza en mi hombro y estuvo así mucho rato entregándome su paz y comunicándome muchas cosas que solo se pueden sentir… Otra vez en que estaba muy estresada entre tantas cosas que debía leer para un trabajo ella me quedó mirando fijo, como tratando de decirme algo, luego corrió hasta sus juguetes y me lanzó su pelota con las manitos como invitándome a jugar… quería sacarme de ese estado y lo logró a cabalidad porque al poco rato yo estaba feliz jugando con ella…

Muchos dicen que los perros son animales, seres sin conciencia, sin espíritu… yo difiero… También dicen que todos los seres del planeta vamos evolucionando desde el reino mineral, pasando por el vegetal y llegando al animal para luego ser homo sapiens… también difiero…
 
El día en que encontré a Lunita...
No puedo aceptar que seres tan luminosos, tan llenos de amor, tan libres de ego puedan ser inferiores en la escala evolutiva… Siempre digo: quiero ser tan evolucionada como mi perro… porque los veo tan inocentes y libres, tan desapegados, tan leales, juguetones y dispuestos a la vida… Ellos no se agobian por el pasado ni por el futuro… están siempre aquí inmersos en la vida…

Hace unos días cancelé una invitación a la playa por quedarme acompañando a Lunita ya que estaba recién operada y se sentía muy mal… escuché al otro lado del teléfono: ¿Te vas a quedar por un perro? – Sí, respondí – ella siempre me ha acompañado en los momentos difíciles y yo no puedo dejarla sola estando tan vulnerable… Escuché una carcajada al otro lado y un: ¡estás loca! … y si… lo estoy por amar a un ser de otra especie que me enseña todos los días lo que es el amor, la paciencia y la compasión… y sobre todo la alegría…

Ella es mi hermosa Maestra Luna y he querido honrarla con esta nota…

En Amor y Conciencia.

Me® 

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